domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo 4: Quizás yo

 Me desperté porque escuche a alguien hablando, la voz era la de Raquel pero no entendía que decía. Estaba en el pasillo, cerca de la puerta de mi habitación. Entraba mucho sol, debían ser las once o las doce. Me puse unos pantalones y salí de la habitación con Trece detrás de mí.
Raquel ya estaba abajo y, como no oía otra voz, supuse que estaba hablando por teléfono. Según bajaba por las escaleras empecé a entender que decía:
 - No sé cuando volveremos, quizá en una semana o dos.
 - Si, ya, pero yo no voy a volver antes. No te vayas tú.
 - Ahhh, si cariño yo también te echo de menos, pero por muchas ganas que nos tengamos sabíamos que esto pasaría.
 - Bueno te voy a dejar que mis amigas se despertarán en un momento y no queremos que nos oigan ¿no?
 - Jajaja, si un beso amor, adiós.
 Y colgó, ¿con quien hablaba? ¿Cariño, amor? En medio de mi confusión oí que alguien bajaba por las escaleras.
 - Liv, ¿qué haces parada en mitad de las escaleras?- Era Belén.
 -¡Pero niña! ¿Porque le has robado el camisón a mi abuela?
 - Ja, que graciosa, tú eres la que no debería dormir tan ligera, imagínate que pasa algo.
 - Pues así se liga a algún bombero, ¡¿qué hacéis ahí paradas en mitad de las escaleras?!, vamos a desayunar.- Raquel había aparecido por la puerta de la cocina como si nada.

 Después de desayunar saqué a pasear a Trece, hacía muchísimo calor. En el parque, me senté debajo de un árbol mientras el perro corría a sus anchas por el desierto recinto.
 No había nadie más aparte de nosotros, eso solo cambió cuando a lo lejos paso un grupo de chicos corriendo, ¡con esta temperatura les iba a dar algo seguro!

 Bajamos a la playa un rato antes de comer, excepto Pilar que se quedó en casa porque se encontraba mal.
Quería aprovechar para preguntarle a Raquel por la llamada de teléfono, pero Belén no paraba de hablar.
 - Bueno chicas, tengo que contaros algo, ya sé que va a sonar algo raro pero…
 - Venga Belén arranca, que me quiero meter en el agua.- Interrumpió Raquel.
 - Vale, vale. Pues es que hay un chico en la iglesia que…
 - ¡¡¡Ah!!! ¡Belén y un chico! Teníamos que haber grabado ese momento, jo. ¿Por qué lo has contado sin Pilar presente?- La interrumpí.
 - Joer, dejad de interrumpirme. He esperado a estar sin Pili para que no se riera ni hiciera bromas, pero parece que no ha servido de nada. Bueno, lo dicho, el hijo de unos amigos de mis padres de la iglesia me ha pedido que salgamos a tomar algo un par de veces, pero no se qué hacer, él no va a la iglesia casi nunca y escucha una música horrible.
 - ¿Cómo sabes que música escucha? ¿Cómo te ha pedido salir si no va a la iglesia los domingos con sus papis?
 - No te burles… recoge a sus padres cuando acaba, llega con su coche y esa horrible música a todo volumen. Pero es guapo y muy respetuoso con ellos.

 Cuando volvimos a casa, Pilar estaba dormida pero nos había dejado algo de comer hecho, ahora tendría que esperar para contarle todo, agg.
 Pasé la mitad de la tarde en la piscina y cuando me aburrí me puse la ropa encima del bikini y subí a la habitación donde Pilar seguía durmiendo. Abrí la puerta con cuidado y me acerqué a la cama:
 - Pili, cariño, me voy al supermercado, ¿me acompañas?- La dije susurrando. –Venga dormilona-. La zarandee un poco para que me hiciera caso.
 - Vale, está bien. Pero deja que me vista un poco, ¡que calor hace!

1 comentario:

  1. pero si los camisones son lo más comodo, a la par que sexy, que existe!!!! jajajja

    ResponderEliminar