jueves, 20 de enero de 2011

Capítulo 4: Ahora quizás yo

- Creo que deberíamos ir a conocer a esos chicos.- Decía Pilar mientras masticaba un regaliz.
Ya habíamos cenado y encima de la mesa sólo quedaban nuestras bebidas, los regalices y las cartas con las que estábamos jugando.
 - Yo también creo que deberíamos ir, por lo menos a dar una vuelta. Esto es aburrido, creo que mi abuela en la residencia tiene un plan mejor.- Se quejaba Raquel.
 - ¡¿Puedes dejar de quejarte?! A mí me parece un plan muy ameno, no creo que debamos ir a conocer a nadie, nosotras estamos bien solas.
 - Belén, no es un plan muy ameno. Cuando teníamos 14 años puede que sí, ahora no.- Llevábamos veraneando en esa casa desde pequeñas, normalmente con la niñera de Pilar y con su hermano, nunca nos habíamos aburrido. Al hacernos más mayores regábamos los juegos de mesa con algo de alcohol y antes de acabar cualquiera ya estábamos bañándonos en la piscina, jugando al fútbol en la playa o cantando en el karaoke de la PlayStation. Pero hoy no había ni alcohol ni ganas de jugar.- Creo que me voy a ir a dormir, mañana será otro día y no vamos a repetir esta noche. Compraremos algo de ron e iremos a ver si casualmente los chicos tienen limas.- Según hable noté como mis mejillas adquirían un tono rojizo.
 - Jajaja- Pilar no paraba de reír.- Vale, quien eres y que has hecho con mi amiga, ¡Liv! Me encanta tu plan, aunque quede raro que tú lo propongas.- Seguía riéndose pero se levantó y me abrazo.
 - ¡Oye que yo no soy Belén!- Con eso sólo conseguí que ella y Raquel se rieran mas, la única a la que no le hizo gracia fue a la nombrada.- Si ninguna de vosotras lo dice, alguien tendrá que hacerlo.

Subí a mi habitación y me pegué una ducha fresquita. Había mucha humedad en el cuarto, así que salí a la terraza a mirar el mar. Estaba oscuro y sólo se veía un barco con sus luces a lo lejos. Deje que mis pulmones se llenaran con la brisa salada que llegaba del mar, me quedé así un rato hasta que oí unas voces que venían de la casa de al lado.
Los chicos debían volver de algún bar y por los gritos que pegaban debían habérselo pasado bien. Estaba tan entretenida mirándoles a través de las ventanas iluminadas de la casa que no me di cuenta de que ya no estaba sola hasta que algo me rozo la pierna.
Pegué un grito y del susto casi me subo a la mesa de la terraza, al mirar hacia abajo vi a Trece mirándome asustado sin saber que había pasado. Cuando mi corazón estaba casi clamado entro corriendo Pilar preguntando qué pasaba.
 - Joder, Liv ¿Qué pasa? Menudo susto me has dado…
 - Lo siento, Trece me ha asustado.
 - Ah… ya veo que hacías aquí fuera- Dijo mientras miraba hacia los chicos que estaban en la cocina comiendo algo.- Pero creo que ellos también pueden verte a ti, y no vas demasiado tapada, ¡niña! ¡Hay que dejar más a la imaginación!-Me dio una palmadita en el culo- Duerme bien guapa.- Se dio media vuelta y se fue.
La verdad es que tenía razón, solo llevaba puesto una camiseta de tirantes y unas bragas.
 - Vamos a la cama Trece, ya he visto demasiado.

2 comentarios:

  1. me ha encantado lo de "regar los juegos con alcohol"... todos sabemos que así es más divertido!!!
    a ver cuando empiezan a jugar al poker con las cartas de Tim Burton... ;)

    ResponderEliminar
  2. ya hice mis debereeeeeeeeees!!! y antes de intentar ponerme a estudiar!!! pa q veas! jaja.
    Venga sigue escribiendo!!! q si quieres q m enganche m tienes q dar dosis cada poco tiempo!!! XDXD
    !bsiii

    ResponderEliminar