lunes, 31 de enero de 2011

Capítulo 4: Yo

 Fuimos en coche al supermercado, con esta temperatura andar se hacía imposible.
 Una vez dentro cogimos un carro y fuimos directas a la sección de bebidas.
 - Oye, ¿por qué no compramos esto ayer? Podíamos habernos ahorrado el paseo.
 - Porque Belén no nos dejó, tú estabas cogiendo la lechuga, dijo que los refrescos tienen mucho azúcar y que como estás embarazada no debíamos comprar alcohol. Lo que no sé es porque la hicimos caso.
 - Bueno, a mi me da igual que bebáis, lo echaré un poco de menos, pero solo es temporal, jaja. Ve a elegir tu ron y yo iré a por lo demás.
 - Vale, nos vemos en las patatas fritas que tampoco pudimos comprar ayer.
 Pilar se fue por el pasillo y yo seguí metiendo los refrescos en el carro. Di la vuelta por el pasillo y empecé a mirar las botellas de ron. Estaba concentrada decidiendo, cuando alguien se paró a mi lado, no le vi hasta que me habló.
 - ¡Hola vecina! ¿Qué? ¿Eligiendo la bebida para la fiesta?- ¡Estaba hablándome a mí, y sabía quién era! Él era el chico que se asustó de Trece en la playa, me costó reconocerle seco y vestido.- ¡Ah! Perdona, soy Alberto, hemos visto a tu perro en el jardín por eso se quién eres, espero no haberte asustado ni nada.- En ese momento otro chico se paró a su lado, era el chico rubio, el guapo. Empezaba a ponerme un poco nerviosa.
 -No seas mentiroso Al, no has visto al perro en el jardín, la hemos visto a ella en la piscina- Le miró de reojo para comprobar cuanto le había avergonzado.- Bueno, si, también hemos visto a Trece, se llamaba así ¿no?
 - Emm, si, se llama así- No sabía que decir, estaba como un tomate y bastante nerviosa ya.
 - Bueno, ¿por qué no os pasáis por la casa de los vecinos esta noche y compartimos ese ron?- Seguía hablando el rubio.- Por cierto, me llamo Alejandro.
 - ¡Liv!- Pilar me llamaba desde el final del pasillo con los brazos llenos de cosas- ¿Qué pasa? Te estaba esperando, ¡ah! Ya veo lo que haces…
 Mire a Pilar, cogí la primera botella que estaba a mi alcance y salí corriendo hacia ella antes de que dijera nada que me avergonzara más aun.
 - ¡Eh! No te vayas así, ¿os veremos luego?
 - Sí, claro adiós -les grité mientas me llevaba a Pilar de allí.

- Mírala, si parecía buena, ligando no con uno sino con dos.- Se burlaba Pilar. Íbamos de vuelta a casa.
- No, yo no ligaba, solo querían invitarnos esta noche, lo que no sé es si deberíamos ir.
- Pues quizá deberíamos hacernos de rogar un poco. Vamos, dime quien te gusta.
- Nadie, Pili no insistas por favor.- Ella siempre consigue subirme los colores, así que, para cambiar de tema, le conté la llamada de teléfono de Raquel de esta mañana.
- ¡Madre mía! Pero, ¿con quién hablaba? ¿Y por qué no nos lo ha contado?
- Pues no creo que hablara con su madre, pero no le digas nada por ahora, me gustaría preguntarle a solas, si no lo ha dicho será por algo.
- Si, si claro, lo que tu digas- Es incapaz de callarse algo, si no está implicada ella claro y si lo está también.

 Llegamos a casa y cuando colocábamos la compra llegaron Raquel y Belén que estaban paseando a Trece.
 - ¡Por fin habéis llegado! ¿Dónde estabais? A no, pero ¿por qué habéis comprado todo eso?- Dijo mirando la compra.- No os conté ayer que no era bueno.
 - Si lo dijiste, lo que no se es porque te hicimos caso, además tu comes y bebes de todo esto, ¿Qué te ha dado ahora?- Contesté a Belén.
- Pues porque estuve en una charla en la uni que decía que todo eso nos ensucia por dentro, y muchas más cosas, tendríais que haber estado allí. Sobre todo tu Pili, tienes que cuidarte.
 - Si claro, enana, lo que tú digas. Por cierto Raquel ¿te ha llamado alguien?- Llamaba a Belén enana a veces, era la pequeña, la que más tarde nació y Pili la mayor, era dos años mayor, e iba con mi hermana Nai a clase pero jugaba con nosotras en el equipo de voley de colegio.
 - No, ¿por qué me iba a llamar alguien?- Mire con mala cara Pilar por lo que acababa de decir y Raquel la miraba sin saber muy bien porque preguntaba aquello, la encantaba confundir a la gente, y la verdad es que a mí también.

domingo, 23 de enero de 2011

Capítulo 4: Quizás yo

 Me desperté porque escuche a alguien hablando, la voz era la de Raquel pero no entendía que decía. Estaba en el pasillo, cerca de la puerta de mi habitación. Entraba mucho sol, debían ser las once o las doce. Me puse unos pantalones y salí de la habitación con Trece detrás de mí.
Raquel ya estaba abajo y, como no oía otra voz, supuse que estaba hablando por teléfono. Según bajaba por las escaleras empecé a entender que decía:
 - No sé cuando volveremos, quizá en una semana o dos.
 - Si, ya, pero yo no voy a volver antes. No te vayas tú.
 - Ahhh, si cariño yo también te echo de menos, pero por muchas ganas que nos tengamos sabíamos que esto pasaría.
 - Bueno te voy a dejar que mis amigas se despertarán en un momento y no queremos que nos oigan ¿no?
 - Jajaja, si un beso amor, adiós.
 Y colgó, ¿con quien hablaba? ¿Cariño, amor? En medio de mi confusión oí que alguien bajaba por las escaleras.
 - Liv, ¿qué haces parada en mitad de las escaleras?- Era Belén.
 -¡Pero niña! ¿Porque le has robado el camisón a mi abuela?
 - Ja, que graciosa, tú eres la que no debería dormir tan ligera, imagínate que pasa algo.
 - Pues así se liga a algún bombero, ¡¿qué hacéis ahí paradas en mitad de las escaleras?!, vamos a desayunar.- Raquel había aparecido por la puerta de la cocina como si nada.

 Después de desayunar saqué a pasear a Trece, hacía muchísimo calor. En el parque, me senté debajo de un árbol mientras el perro corría a sus anchas por el desierto recinto.
 No había nadie más aparte de nosotros, eso solo cambió cuando a lo lejos paso un grupo de chicos corriendo, ¡con esta temperatura les iba a dar algo seguro!

 Bajamos a la playa un rato antes de comer, excepto Pilar que se quedó en casa porque se encontraba mal.
Quería aprovechar para preguntarle a Raquel por la llamada de teléfono, pero Belén no paraba de hablar.
 - Bueno chicas, tengo que contaros algo, ya sé que va a sonar algo raro pero…
 - Venga Belén arranca, que me quiero meter en el agua.- Interrumpió Raquel.
 - Vale, vale. Pues es que hay un chico en la iglesia que…
 - ¡¡¡Ah!!! ¡Belén y un chico! Teníamos que haber grabado ese momento, jo. ¿Por qué lo has contado sin Pilar presente?- La interrumpí.
 - Joer, dejad de interrumpirme. He esperado a estar sin Pili para que no se riera ni hiciera bromas, pero parece que no ha servido de nada. Bueno, lo dicho, el hijo de unos amigos de mis padres de la iglesia me ha pedido que salgamos a tomar algo un par de veces, pero no se qué hacer, él no va a la iglesia casi nunca y escucha una música horrible.
 - ¿Cómo sabes que música escucha? ¿Cómo te ha pedido salir si no va a la iglesia los domingos con sus papis?
 - No te burles… recoge a sus padres cuando acaba, llega con su coche y esa horrible música a todo volumen. Pero es guapo y muy respetuoso con ellos.

 Cuando volvimos a casa, Pilar estaba dormida pero nos había dejado algo de comer hecho, ahora tendría que esperar para contarle todo, agg.
 Pasé la mitad de la tarde en la piscina y cuando me aburrí me puse la ropa encima del bikini y subí a la habitación donde Pilar seguía durmiendo. Abrí la puerta con cuidado y me acerqué a la cama:
 - Pili, cariño, me voy al supermercado, ¿me acompañas?- La dije susurrando. –Venga dormilona-. La zarandee un poco para que me hiciera caso.
 - Vale, está bien. Pero deja que me vista un poco, ¡que calor hace!

jueves, 20 de enero de 2011

Capítulo 4: Ahora quizás yo

- Creo que deberíamos ir a conocer a esos chicos.- Decía Pilar mientras masticaba un regaliz.
Ya habíamos cenado y encima de la mesa sólo quedaban nuestras bebidas, los regalices y las cartas con las que estábamos jugando.
 - Yo también creo que deberíamos ir, por lo menos a dar una vuelta. Esto es aburrido, creo que mi abuela en la residencia tiene un plan mejor.- Se quejaba Raquel.
 - ¡¿Puedes dejar de quejarte?! A mí me parece un plan muy ameno, no creo que debamos ir a conocer a nadie, nosotras estamos bien solas.
 - Belén, no es un plan muy ameno. Cuando teníamos 14 años puede que sí, ahora no.- Llevábamos veraneando en esa casa desde pequeñas, normalmente con la niñera de Pilar y con su hermano, nunca nos habíamos aburrido. Al hacernos más mayores regábamos los juegos de mesa con algo de alcohol y antes de acabar cualquiera ya estábamos bañándonos en la piscina, jugando al fútbol en la playa o cantando en el karaoke de la PlayStation. Pero hoy no había ni alcohol ni ganas de jugar.- Creo que me voy a ir a dormir, mañana será otro día y no vamos a repetir esta noche. Compraremos algo de ron e iremos a ver si casualmente los chicos tienen limas.- Según hable noté como mis mejillas adquirían un tono rojizo.
 - Jajaja- Pilar no paraba de reír.- Vale, quien eres y que has hecho con mi amiga, ¡Liv! Me encanta tu plan, aunque quede raro que tú lo propongas.- Seguía riéndose pero se levantó y me abrazo.
 - ¡Oye que yo no soy Belén!- Con eso sólo conseguí que ella y Raquel se rieran mas, la única a la que no le hizo gracia fue a la nombrada.- Si ninguna de vosotras lo dice, alguien tendrá que hacerlo.

Subí a mi habitación y me pegué una ducha fresquita. Había mucha humedad en el cuarto, así que salí a la terraza a mirar el mar. Estaba oscuro y sólo se veía un barco con sus luces a lo lejos. Deje que mis pulmones se llenaran con la brisa salada que llegaba del mar, me quedé así un rato hasta que oí unas voces que venían de la casa de al lado.
Los chicos debían volver de algún bar y por los gritos que pegaban debían habérselo pasado bien. Estaba tan entretenida mirándoles a través de las ventanas iluminadas de la casa que no me di cuenta de que ya no estaba sola hasta que algo me rozo la pierna.
Pegué un grito y del susto casi me subo a la mesa de la terraza, al mirar hacia abajo vi a Trece mirándome asustado sin saber que había pasado. Cuando mi corazón estaba casi clamado entro corriendo Pilar preguntando qué pasaba.
 - Joder, Liv ¿Qué pasa? Menudo susto me has dado…
 - Lo siento, Trece me ha asustado.
 - Ah… ya veo que hacías aquí fuera- Dijo mientras miraba hacia los chicos que estaban en la cocina comiendo algo.- Pero creo que ellos también pueden verte a ti, y no vas demasiado tapada, ¡niña! ¡Hay que dejar más a la imaginación!-Me dio una palmadita en el culo- Duerme bien guapa.- Se dio media vuelta y se fue.
La verdad es que tenía razón, solo llevaba puesto una camiseta de tirantes y unas bragas.
 - Vamos a la cama Trece, ya he visto demasiado.